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Asexualidad: ¿Patología u orientación sexual?

  • Foto del escritor: Julieta Carrizo Zampieri
    Julieta Carrizo Zampieri
  • 12 nov 2019
  • 3 Min. de lectura


La asexualidad es una de las orientaciones sexuales más cuestionadas. Se estima que el 1% de la población lo es.

Durante mucho tiempo la asexualidad se mantuvo en un debate sobre si era o no una patología. En el presente es tendencia a incluirla como una nueva orientación sexual.

Según el diccionario de Amor Libre Argentina, la asexualidad se define como: “La falta de atracción sexual, o el bajo o nulo interés en la actividad sexual. Asimismo, puede considerarse una falta de orientación sexual; o bien una de ellas, junto con la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad, la pansexualidad, etc.”


A alguien no le interesa tener relaciones, ¿debe acudir a un profesional?. El sexólogo Walter Ghedín, nos dice que este fenómeno ayuda a entender la falta de atracción sexual en adultos pasados los cuarenta, diagnosticados muchos de ellos con ‘trastorno del deseo sexual hipoactivo o padeciendo fobias sexuales’

Para eliminar mitos, la asexualidad no tiene que ver con la falta de amor o afecto. Las personas asexuales pueden tener vínculos, pero la atracción por alguien se da con la afinidad intelectual, afectiva, por sensibilidad y elección personal.



Marcelo (30): “Es complicado porque se insiste con mucha frecuencia en preguntar, pero la mayoría de las personas asexuales no queremos tener sexo; lisa y llanamente, alguien que quiera estar con nosotros tiene que respetar eso”.


Mariano (37): “Es genial que la asexualidad ya no sea considerada como una patología (como antes lo era la homosexualidad). Pero la sociedad tiende a patologizar al que es distinto de la mayoría. Van surgiendo nuevas clasificaciones que parecen multiplicarse hasta el infinito. Pueden ser útiles hasta cierto punto, pero cada persona es única y no hay dos que sientan exactamente igual.”


En los últimos tiempos, para numerosos jóvenes se ha vuelto una cuestión de militancia. En las marchas LGTBIQ en muchos países, los asexuales forman una columna embanderada en violeta, blanco, gris y negro. Tienen foros y salas de chat propio. Pero para las generaciones anteriores no ha sido tan fácil explicar sobre esta orientación sexual. Durante años, los asexuales lucharon para demostrar que no cargaban con un trastorno, ni una abstinencia, simplemente era su elección sexual.


“Muchos adultos asexuales todavía ignoran que la asexualidad es una forma de orientación sexual. Durante la adolescencia han tenido que afrontar sus propios cuestionamientos y los ajenos por ‘no ser como los demás’, comenta Ghedin. “Algunos sufrieron bullying por ser retraídos o por no seguir al grupo en las salidas y en los ‘enganches’ amorosos y sexuales; en realidad no sienten ganas de hacerlo ni han desarrollado habilidades de cortejo ni eróticas. Siendo adultos, la presión social a tener pareja, o por lo menos contactos eróticos, es muy fuerte, son los ‘solterones’ o ‘solteronas’, tímidos, ‘de sexualidad dudosa’ o ‘nenes de mamá’ que viven bajo el amparo familiar o del barrio que los contiene”



La asexualidad como orientación permite entender que la atracción sexual entre las personas es una condición que puede no estar, dando lugar a otros estilos de conexión. Es frecuente que los adultos asexuales, que desconocen la orientación, consulten a médicos, psiquiatras y sexólogos tratando de entender qué les pasa: se sienten diferentes a los demás. Es fundamental que el profesional pueda descartar patologías médicas, psicológicas o farmacológicas que bajan el deseo, y, una vez descartadas, se considere la orientación como expresión de su sexualidad. En este caso, entender que las personas tenemos diferentes orientaciones (heterosexual, homosexual, pansexual, bisexual, asexual) es el primer paso para bajar los cuestionamientos personales.

 
 
 

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